Mulligan Argentina nuclea a un grupo de personas cuya meta es dar a conocer la intención y deseo de nuestro Señor Jesús, que es el caminar con cada uno de nosotros.
Podría decirse que existe una analogía entre el Golf y la vida. Consideremos primero el Golf. Obviamente, a todos los que practicamos este deporte nos gustaría jugar en forma natural y, Por qué no admitirlo, fantásticamente. No aspiramos a ser profesionales, pero ¡qué bueno sería llegar a tener un dígito en nuestro handicap!
Tomar clases con un profesional se torna inevitable si realmente deseamos mejorar nuestra “performance”. El maestro nos da indicaciones precisas acerca de aquello que evidentemente debemos corregir (postura, flexibilidad, elección del palo, ¡y hasta nuestra indumentaria!)
En algunos casos mejoramos. Pero ¿qué pasa cuando salimos a la cancha? Ahí nos damos cuenta de que las cosas no salen como en el campo de práctica. Entonces volvemos al profesional una y otra vez, y así gira la rueda.
Luego de varias veces de repetirse este ciclo, comenzamos a pensar que lo ideal sería que el profesional nos acompañara en la cancha misma, para ir corrigiendo sobre la marcha todos nuestros problemas de juego.
Ponemos esto en práctica y notamos que hay una buena mejoría en nuestra manera de jugar nuestro amado deporte. Distamos de ser perfectos, por mucho, pero ¡cuánto agradecemos a nuestro tutor su paciencia y tenacidad!
Bien, ¿qué de la analogía entre el Golf y la vida? Si ha leído detenidamente lo desarrollado anteriormente notará en cuánto se asemejan la práctica del deporte y la vida en sí. El problema mayor reside en que tratamos de vivir en este mundo creado por Dios, pero lo hacemos como si Dios no existiera. ¿Cuándo nos acordamos de Él? En situaciones difíciles, en situaciones de necesidad o de alguna guía.
Y así como en el golf, buscamos la ayuda del profesional, el maestro; así también pedimos a Dios, el Maestro, Su consejo y auxilio. Pensamos que haciendo tal o cual cosa todo mejorará.
Resultado, sí, quizás mejora, pero no en la medida que desearíamos. Muy rápidamente nos damos cuenta que todo vuelve a desacomodarse. ¿por qué? Porque necesitamos que el Maestro camine a nuestro lado por la “cancha” de la vida.
Esto es lo que Jesús propone: caminar a nuestro lado tal como lo haría un profesional maestro de Golf –con la diferencia de que Dios lo hace en forma gratuita.
Y lo más grandioso es que desea hacerlo en todo momento que lo necesitemos, y sin límite de tiempo.
Esta propuesta no establece ningún horario, es para todas las personas, sin importar cuán alejado se haya estado de Dios en el pasado. Él siempre espera con brazos abiertos para recibirnos y caminar con nosotros el resto de nuestras vidas
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