“En esto conocemos lo que es el amor: en que
Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar
la vida por nuestros hermanos.” (1 Juan 3:16)
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xiste un entrenamiento para mejorar las “manos
vivas”, y sentir que uno tiene el control del cuerpo que, a su vez, es
transferido a las manos. El ejercicio consiste en pegarle a la pelota con los
pies juntos. Peguelé a la pelota desde esa posición y deje que las manos y los
antebrazos guíen el swing y dirijan la rotación del cuerpo.
Se sorprenderá al ver lo bien que le pega al hierro
o madera desde esta posición. También le sorprenderá cómo siente el movimiento
suave y balanceado. Le enseñará al cuerpo cómo sus manos pueden guiarlo a que
efectúe una rotación correcta.
Praine dice, “Habrá un sutil movimiento de los
hombros y caderas que sucederá naturalmente ya que, al estar los pies juntos,
no existe otra manera de hacer el swing que no sea por medio de las manos
y hombros”.
Cabe agregar que este ejercicio debe ser practicado
por cada golfista cuando se encuentra en la cancha de práctica. La sensación
más importante que el golfista puede
desarrollar durante el swing, es la de sentir como las manos mueven la cabeza
del palo dibujando un círculo alrededor del cuerpo. La cadera, el cuerpo,
las piernas, y los hombros, forman una base se sostén para lograr que las
manos en el palo hagan un buen círculo en el swing.
Es una lástima que no exista un ejercicio que nos
permita desarrollar un corazón amoroso. Es infinitamente más importante
que desarrollemos un corazón amoroso y generoso para con Dios y nuestros pares. Jesús nos demostró la devoción que sentía por su Padre y por cada uno de
nosotros. Sacrificó su vida para hacer la voluntad de Aquel que lo envió, y eso
fue para mostrarnos cuánto nos ama. Se humilló a si mismo aún hasta la muerte, dándonos la demostración suprema de su corazón amoroso.
Pensamiento en un swing
Con solo pedírselo, Dios le dará un corazón que lo
ame a Él y a tus pares. El único ejercicio que requiere es el de confiar
plenamente en Él.
Tomado del libro "In His Grip"
De Wally Armstrong y Jim Sheard
Traducido por Heather Bruce